viernes, 2 de junio de 2017

El estudio apropiado del hombre. Bruner

I

Como punto de partida se utiliza la Revolución Cognitiva, cuyo objetivo era recuperar la mente en las ciencias humanas después de un prolongado objetivismo. Puede que este objetivo se haya desviado por el éxito.
A finales de los años 50, Bruner creía que la revolución trataba de un esfuerzo por instaurar el significado como el concepto fundamental de la psicología, no los estímulos y las respuestas, ni la conducta abiertamente observable, etc. No era una evolución contra el conductismo. Era una revolución más profunda, que buscaba descubrir y describir formalmente los significados que los seres humanos creaban a partir de sus encuentros con el mundo, para luego proponer hipótesis acerca de los procesos de construcción de significado en que se basaban. Se centraba en las actividades simbólicas empleadas por los humanos para construir y dar sentido al mundo y a ellos mismos. Su meta era instar a la psicología a unir fuerzas con sus disciplinas hermanas de las humanidades y las ciencias sociales, de carácter interpretativo. Esta revolución exigía que la psicología uniera fuerzas con la antropología, la lingüística, la filosofía y la historia, incluso el derecho.
Algo que sucedió muy temprano fue el cambio de énfasis del <Significado H> a la <Información> de la construcción del significado de procesamiento de la información. El factor clave de este cambio fue la adopción de la computación como metáfora dominante y de la compatibilidad como criterio imprescindible de un buen modelo teórico. Desde el punto de vista computacional, la información comprende un mensaje que ya ha sido previamente codificado en el sistema. El significado se asigna a los mensajes con antelación.
El procesamiento de la información inscribe los mensajes en una dirección determinada de la memoria o los toma de ella siguiendo instrucciones de una unidad de control central, o los mantiene temporalmente en un almacén amortiguador, manipulándolos de formas prescritas: enumera, ordena, combina o compara la información previamente codificada. Pero este procesamiento de la información no puede enfrentarse a nada que vaya más allá de las entradas precisas y arbitrarias que pueden entrar en relaciones especificas estrictamente gobernadas por un programa de operaciones elementales. El procesamiento de información tiene necesidad de planificación previa y reglas precisas.
En el mundo post-industrial se producía una Revolución Informativa, dadas estas condiciones se produjo un cambio de interés correlativo, que llevo de la mente y el significado a los ordenadores y la información. En principios de los 50 estos eran la mejor metáfora matriz del procesamiento de la información. Esta línea de pensamiento se vio enormemente auxiliada por la revolucionaria idea de Turing de que cualquier programa computacional, con independencia de lo complejo que fuera, podía imitarse mediante una Maquina Universal de Turing que efectuaba cálculos con un conjunto finito de operaciones bastante primitivas.
Este nuevo reduccionismo proporciono un programa sorprendentemente libertario para la ciencia cognitiva que estaba naciendo. Su grado de permisividad era elevado y muchos teóricos E-R e investigadores asociacionistas de la memoria volvieron a ver el redil de la revolución cognitiva. El lugar de los estímulos y las respuestas estaba ocupado por entrada y la salida.
Comenzaron a resurgir nuevas versiones de antiguas controversias, especialmente en relación con las discusiones sobre la denominada <Arquitectura del conocimiento>: el problema de si debe ser concebida como un conjunto de estructuras jerárquicamente organizadas, mediante las cuales se acepta, se rechaza o se combina la entrada de información. O si debería concebirse como una red conexionista organizada de abajo a arriba cuyo control se encuentra completamente distribuido.
Era inevitable que se produjese un resurgimiento del antiguo malestar respecto al mentalismo. En estos sistemas no había sitio para la <Mente> (en el sentido de creer, desear, pretender). La mente en un sentido subjetivo era o un epifenómeno que surgía del sistema computacional bajo determinadas condiciones, una conducta más que simplemente necesitaba un grado mayor de análisis lingüístico.
La ciencia cognitiva en su nueva modalidad, a pesar de la hospitalidad que exhibe hacia la conducta dirigida a metas, se muestra aún más cautelosa respecto al concepto de agentividad. Ya que la agentividad supone la conducta de la acción bajo el dominio de estados intencionales, de manera que la acción basada en creencias, deseos o compromisos morales es considerada por los científicos cognitivos bien pensantes como algo que hay que evitar a toda costa.

II

Los sistemas simbólicos utilizados por los individuos al construir el significado eran sistemas que ya estaban ahí, arraigados al lenguaje y la cultura. Los psicólogos se concentraban en estudiar como <Adquirían> los individuos estos sistemas.  Pero con pocas excepciones no prestaron atención al impacto que la utilización del lenguaje tenía sobre la naturaleza del hombre como especie. Como producto de la historia, la cultura se había convertido en el mundo al que teníamos que adaptarnos y el juego de herramientas que nos permitían hacerlo. No podía hablarse de la cultura como afinadora o moduladora de las necesidades biológicas.
Bruner señala 3 razones de la función de la cultura en el ser humano:
1_ La primera es una cuestión de metodológica de hondo calado: el argumento constitutivo. La participación del hombre en la cultura y la realización de sus potencialidades mentales a través de la cultura hacen que sea imposible construir la psicología humana basándonos solo en el individuo.
2_La segunda razón es consecuencia de la primera. Dado que la psicología se encuentra tan inmersa en la cultura, sebe estar organizada en torno a esos procesos de construcción y utilización del significado que conectan al hombre con la cultura. Esto no nos conduce a un mayor grado de subjetividad den la psicología: es lo contrario. El significado se hace público y compartido.
3_ La tercera razón radica en el poder de lo que Bruner denomina Folk Psicología (Psicología popular). Esta psicología es la explicación que da la cultura de que es lo que hace que los seres humanos funcionen. Consta de una teoría de la mente, la propia y la de los demás, una teoría de la motivación y todo lo demás. Pero la psicología popular, nunca se ve sustituida por paradigmas científicos. Y ello se debe a que la psicología popular se ocupa de la naturaleza, causas y consecuencias de aquellos estados intencionales despreciados por la psicología científica en su esfuerzo por explicar al hombre desde un punto de vista que este fuera de la subjetividad humana. De hecho las instituciones culturales orientadas normativamente sirven para inculcar la psicología popular, que a su vez sirve para justificar esa inculcación. Además varia en el tiempo ya que cambian las respuestas que la cultura da al mundo y a las personas que se encuentran en él.

III

Existen reparos que suelen hacer que los científicos de la conducta eludan una psicología centrada en el significado, orientada culturalmente. Se trata de los mismos reparos que facilitaron el que la Revolución Cognitiva eludiese algunas de sus metas originales. Se refieren a dos cuestiones: 1_Tiene que ver con la restricción y depuración de los estados subjetivos, no tanto como datos de la psicología ya que el operacionalismo nos permite aceptarlos por ejemplo como respuestas discriminativas, sino como conceptos explicativos. 2_ Se refiere al relativismo y el papel de los universales. Una psicología sensible a la cultura esta y debe ser basada no solo en lo que hace la gente, sino también en lo que dicen que hacen, y en lo que dicen que los llevo a hacer lo que hicieron. Lo que dicen que han hecho los otros y por qué.
Como muestran Lee Ross y Richard Nisbettm en términos más contemporáneos, es obvio que la gente no es capaz de describir correctamente ni la base de sus elecciones ni los sesgos que afectan a la distribución de esas elecciones. La acusación de lo que la gente dice no es necesariamente lo que hace, lleva consigo una implicación. Es que lo que la gente hace es más importante, más real, que lo que dice, o que esto último solo es importante por lo que pueda revelarnos sobre lo primero.
Esta acentuación sesgada de la psicología científica ciertamente no deja de ser curiosa a la luz de nuestras formas cotidianas de enfrentarnos a la relación entre decir y hacer. El significado que los participantes en una interacción cotidiana atribuyen a la mayor parte de los actos depende de lo que se dicen mutuamente antes, durante o después de actuar: o de lo que son capaces de presuponer acerca de lo que l otro habría dicho en un contexto determinado. Decir y hacer constituyen una unidad funcionalmente inseparable en una psicología orientada culturalmente. El supuesto fundamental de esta psicología es que la relación entre lo que se hace y lo que se dice es en el proceder normal de la vida, interpretable. Adopta una postura de que existen relaciones canónicas establecidas por mutuo acuerdo entre el significado de lo que decimos y lo que hacemos en determinadas circunstancias y esas relaciones gobiernan como conducimos nuestras vidas unos con otros. La psicología cultural no se puede casi preocupar de la conducta, sino de la acción ya que es su equivalente intencional, Se preocupa de la acción situada.

IV

Bruner propugno que la psicología deje de intentar <liberarse del significado> en su teoría de la explicación.  Las personas y las cultura que son su objeto de estudio están gobernadas por significados y valores compartidos. Bruner sugiere una manera de concebir los universales humanos que es coherente con la psicología cultural y además elude tanto a las indeterminaciones del relativismo como las trivialidades de la psicología transcultural. La psicología cultural no puede reducirse a una psicología transcultural que proporcione unos cuantos parámetros que permitan explicar la aparición de variaciones locales en las leyes universales de la conducta.
La solución está en denunciar una falacia: hace referencia a la relación entre biología y cultura. Según esta la cultura vendría a ser una especie de capa superpuesta sobre la naturaleza humana que estaría determinada biológicamente. En su lugar Bruner propone sostener que las verdaderas causas de la acción humana son la cultura y la búsqueda del significado dentro de la cultura. Los universales de la naturaleza humana no son una causa de la acción, sino una restricción o una condición de ella.
Las limitaciones de origen biológico sobre el funcionamiento humano son también restos a la invención cultural. Pero los seres humanos hemos construido dispositivos simbólicos para superar esta limitación: sistemas de codificación como los números octales, procedimientos mnemotécnicos o trucos lingüísticos.
También hay limitaciones que afectan al compromiso con una forma de vida que son más biológicas que culturales. El agotamiento físico, el hambre, la enfermedad y el dolor.

V

El problema del relativismo.
La “realidad” es, en la mayor parte de las interacciones humanas, el resultado de prolongados e intrincados procesos de construcción y negociación profundamente implantados en la cultura.
La tesis básica del constructivismo es q el conocimiento es “correcto” o “incorrecto” dependiendo de la perspectiva q hayamos decidido tomar. Los aciertos y errores de este tipo no equivalen a falsedades o verdades absolutas. Lo mejor q podemos hacer es ser concientes de nuestra propia perspectiva y de las de los demás cuando decimos q algo es correcto o incorrecto. El constructivismo es “el aspecto interpretativo” o una huida del “significado absoluto”.
Según Rorty, en su exploración de las consecuencias del pragmatismo, el interpretativismo forma parte de un movimiento cuyo objetivo es desposeer a la filosofía de su status fundacional. Según él, el pragmatismo (y el punto de vista q presenté car ahí) es un antiesencialismo aplicado a nociones como “verdad”, “conocimiento”, “lenguaje. (Esta actitud está muy alejada del tipo de esencialismo kantiano).
Rorty tiene razón al decir q el relativismo no es el obstáculo al q se enfrentan el constructivismo y el pragmatismo. Es indudable q formular las preguntas del pragmatista (¿Cómo afecta este punto de vista a mi punto sobre el mundo o a mis compromisos con él?) no puede llevar a la postura del “todo vale”. A lo q puede llegar es a un desembalaje de presuposiciones, tanto mejor para explorar nuestros propios compromisos.
Ahora bien, en cuanto a la acusación de q el constructivismo debilita los compromisos, se puede decir q si el conocimiento depende de la perspectiva, la cuestión del valor, de la elección de perspectiva de uno tiene dos puntos de vista psicológicos erróneos:
El irracional: sostiene q los valores están en función de reacciones viscerales, conflictos psíquicos desplazados. Los irracionales toman en cuenta la cultura como una fuente de aprovisionamiento en función de sus impulsos o conflictos individuales. Los valores no se ven en función de cómo relacionan al individuo con la cultura: su estabilidad s explica recurriendo a fijadores como los programas de reforzamiento, la rigidez neurótica, etc.
Los racionalistas: de acuerdo con la teoría de la elección racional nuestros valores se ponen de manifiesto en nuestras elecciones, situación por situación, y guiados por modelos racionales, como la teoría de la utilidad, reglas de optimización, minimización del dolor.
Los dos enfoques pierden de vista algo crucial: el compromiso con “formas de vida” determinadas es inherente a los valores, y las formas de vida, en su compleja interacción, constituyen una cultura. Ni nos sacamos de la manga los valores en cada situación de elección q se nos plantea, ni estos son producto de individuos aislados dotados de impulsos férreos y neurosis. Más bien, los valores son comunales y consecuentes desde el punto de vista de nuestras relaciones con una comunidad cultural determinada. Cumplen funciones en interés nuestro en el seno de esa comunidad. Los valores subyacen a una forma de vida determinada. Se incorporan a nuestra propia identidad, y al mismo tiempo, nos sitúan en una cultura. Los compromisos de valor de los miembros proporcionan, o bien la base para llevar satisfactoriamente una forma de vida o, por lo menos, una base para la negociación.
Se objetara q el pluralismo de la vida moderna crea conflictos q afectan a los compromisos, los valores y q tienen q ver con la “validez” de distinto postulados relativos a nuestro conocimiento de los valores. No sabemos como “predecir el futuro del compromiso”, pero insistir con la noción de valor absoluto tampoco hará q desaparezca la incertidumbre.
La ultima razón por la q la psicología cultural no necesita preocuparse por el relativismo es la receptividad y el liberalismo (en política, ciencias, arte, etc.). La receptividad es la voluntad de construir el conocimiento y los valores desde múltiples perspectivas sin perder de vista el compromiso con los propios valores. Es la piedra angular de una cultura democrática, q descansa sobre valores q generan formas características de vida con sus correspondientes concepciones de realidad, y q su misma receptividad genera sus propios enemigos.
En mi opinión, el constructivismo de la psicología cultural es una expresión profunda de la cultura democrática. Exige q nos hagamos conscientes de cómo desarrollamos nuestro conocimiento y de los valores q nos llevan a adoptar nuestras perspectivas. Pero no pretende q haya una sola forma de construir el significado, o una sola forma correcta. 

VI


Los psicólogos (por lo atrapados q están en esa autoimagen generada por el positivismo) se ocupan solo de verdades objetivas y rehúyen de la crítica cultural. Pero hasta la psicológica científica se moverá mejor cuando reconozca q sus verdades, como todas las verdades acerca de la naturaleza humana, son relativas al punto de vista q adopte respecto a esa condición. Y conseguirá una posición más eficaz hacia la cultura en general cuando llegue a reconocer q la psicología popular de la gente corriente no es simplemente un conjunto de ilusiones tranquilizadoras, sino las creencias e hipótesis de trabajo de la cultura acerca de qué es lo q hace posible y satisfactorio el q la gente viva junta, aun a costa de sacrificios personales. Este es el punto de la psicología q en q es inseparable de las ciencias de la cultura y de la antropología.

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