Introducción.
Según Chomsky, la rapidez con que los niños adquieren su lengua
materna y llegan a dominar su gramática, a pesar de la pobreza de los estímulos
lingüísticos, solo puede explicarse asumiendo un dispositivo innato para su
adquisición, siendo el aprendizaje y el entorno factores desencadenantes que
pueden adelantar o retrasar el desarrollo, pero no alterar su curso ni su forma
final.
Por otra parte Fodor presenta la tesis de que parte de
nuestra mente está formada por módulos innato e independientes. La tesis de que
la mente del bebé está pre-especializada y que, en consecuencia, su desarrollo
se produce en dominios diferenciados o locales.
El lenguaje: módulo por excelencia.
Chomsky planteó dudas fundamentadas sobe la plausibilidad de
que procesos generales de aprendizaje pudieran dar cuenta de la adquisición del
lenguaje. Sostenía que venimos equipados de “órganos mentales” que permiten el
desarrollo de facultades cognitivas como el lenguaje, pues este se convirtió en
el modelo de lo que se entiende por facultad innata y especifica.
Los autores discuten dos hipótesis opuestas sobre su
evolución para luego situar su propia teoría Según una de ellas la facultad del
lenguaje es homóloga a la comunicación entre otros animales y por tanto no es
exclusiva del humano, mientras que según la hipótesis opuesta el lenguaje
constituye una adaptación específica y únicamente humana. Chomsky incorpora
aspectos de ambas hipótesis al defender la existencia de dos tipos de facultad
de lenguaje una entendida en “sentido amplio” y otra en “sentido restringido”.
La primera incluye un sistema computacional interno apoyado en mecanismos
sensorio-motores y en el caso de especias más evolucionadas en un sistema
interno conceptual-intencional. La segunda está constituida por un sistema
computacional lingüístico abstracto que permite realizar las computaciones
gramaticales y que genera representaciones internas que se traducen en los
interfaces sensoriomotor y conceptual-intencional mediante los sistemas fonológico
y semántico respectivamente.
Estudios Comparativos.
La búsqueda de pruebas de continuidad entre especies ha
guiado la mayor parte de la investigación evolucionista.
Los humanos percibimos los sonidos que componen distintas
lenguas de forma discontinua a pesar que se sitúan acústicamente en un continuo.
Descubrir que los bebes también lo hacen mucho antes de empezar a hablar llego
a autores a suponer que esa capacidad solo podría explicarse gracias a una
adaptación humana especifica relacionada con el habla. Luego se descubrió esto
en otras especies. Lo que condujo a replantearse el origen de esta capacidad y
a descartar que se trata de un fenómeno de dominio especifico. “Los datos
disponibles sugieren una continuidad mucho mayor entre animales y humanos en
relación con el lenguaje de lo que se había creído previamente.”
Otro ámbito distinto pero significativo entre la continuidad
o discontinuidad entre animales y humanos es la capacidad de conteo, una
especie de sentido o facultad numérica para evaluar rápidamente el número de
objetos que componen una pequeña colección. Algunos defienden que hay
discontinuidad entre la forma en que se procesan números pequeños y grandes, otro
defiende la continuidad y existencia de un dominio específico del número. Nótese
que pese a la gran cantidad de datos sobre funciones cognitivas semejantes
entre especies aún se debate si existe o no continuidad entre estas, ya que
estas semejanzas y diferencias no son fáciles de interpretar.
Los módulos de Fodor.
Fodor defiende que la arquitectura de la mente humana está
constituida por transductores, sistemas modulares y sistemas centrales. Los módulos
son sistemas de entrada de datos que procesan sólo un tipo de información de
forma rápida y obligatoria, están encapsulados y operan con independencia de
los procesos centrales. En cuanto a procesos centrales, no tienen accesos a lo
que ocurre dentro de cada módulo sino sólo al resultado de su trabajo. Fodor
manifiesta dos preocupaciones fundamentales en su libro La mente no funciona así:
La primera preocupación es que pese al enfoque computacional
de la mente sigue siendo “la mejor teoría del conocimiento que disponemos, en
realidad, la única mecedora de un análisis serio entre todas las que tenemos”
su capacidad explicativa del conocimiento es muy reducida. La teoría
computacional solo explica una pequeña parte de los fenómenos psicológicos y,
no los aspectos más interesantes del pensamiento.
Su segunda preocupación, Fodor intenta mostrar que el
innatismo chomskiano y las explicaciones neodarwinianas son incompatibles entre
sí. No hay razón para sostener que la mente sea producto de la selección
natural y dirige sus críticas a aquellos autores que, de forma ambiciosa buscan
hacer una síntesis entre la psicología computacional y la teoría del evolucionismo
intentado explicar cómo funciona la mente. Fodor critica la hipótesis de que
nuestra mente se haya convertido en un artefacto masivamente modular, como
resultado de la evolución filogenética.
Fodor afirma que la parte modular del sistema cognitivo
humano es mínima si se compara con la parte no modular, que sería lo más
relevante de la mente humana.
La importancia de los estudios con bebés.
Muchos autores han dado por hecho que la precocidad con que aparecen
estas competencias constituye una prueba de la naturaleza innata o no aprendida
de capacidades conceptuales y no meramente perceptivas. Lo primero que debe
destacarse es que la fuente de datos en que se basan se reduce casi
exclusivamente a una: el tiempo de mirada del bebe. Considerando que la prueba
de que la precocida es sinónimo de capacidad innata, no aprendida.
Los estudios con bebes muestran que hay pocas conductas
complejas que estén presentes de forma inequívoca en el recién nacido y, de muchos
experimentos sobre capacidades del neonato no alcanzan resultados positivos
hasta unos días o semanas de vida. Durante esos días o semanas es evidente que él
bebe ha tenido cientos de experiencias con su medio físico y social. En lo que se refiere a capacidades cognitivas
más sofisticadas no hay ningún resultado positivo que se obtenga con bebes de
menos de 3 meses de edad.
Las explicaciones innatistas tienden a pasar por alto los
cambios que se observan en las primeras semanas de vida del bebe o las
atribuyen a la emergencia de un plan genético en el que la experiencia es mero
desencadenante.
En general la mayoría de los estudios actuales se
desarrollan dentro de lo que se conoce como paradigma de violación de
expectativas, que consiste en crear situaciones truncadas que transgredan alguna
ley física. La hipótesis de estos estudios es que si los bebes tienen algún
conocimiento de las leyes físicas fundamentales se sorprenderán ante
acontecimientos que las violan.
En experimentos de permanencia del objeto, bebes de 3-4
meses parecen mostrar cierta sensibilidad a un objeto oculto en condiciones de
violación de expectativas y sin embargo a los 8 meses son incapaces de
encontrarlo manualmente. Muchos autores actuales asumen que las distintas
tareas diseñadas para evaluar la permanencia del objeto miden competencias
cognitivas similares y que las diferencias en la actuación de los bebes en
distintas edades se deben a problemas motores o perceptivos pero no
conceptuales.
Varios autores actuales se plantean estos problemas desde
una perspectiva distinta. El enfoque de sistemas dinámicos de Thelen y Smitho
los modelos constructivistas de redes neurales coinciden en lo general en una
perspectiva del conocimiento del bebe basada en procesos y no en principios, como
sostienen los modularistas. A partir de sus resultados empíricos en distintos
ámbitos del desarrollo cognitivo muestran que el conocimiento del bebe se
desarrolla gradualmente con la experiencia y su conducta es la expresión de
habilidades o procedimientos sensibles al contexto que evolucionan con la
practica especifica. A diferencia de los modularistas, no conciben el
conocimiento del bebe simplemente como presente o ausente sino encarnado en la
conducta. Por el momento la idea de que un “protomapa” genético activa ciertos
circuitos para ciertas representaciones particulares resulta mas especulativa
que la idea de que tales circuitos y representaciones son resultado de la
experiencia postnatal.
Estudios neuropsicológicos. El caso de las disociaciones
El fenómeno de las disociaciones simples y dobles ocuparon
la atención de muchos neurocientíficos convencidos que pe el estudio de
pacientes con daño cerebral se puede inferir cómo funciona la mente humana y más
en particular la existencia de funciones mentales para diferentes tareas.
En el campo del lenguaje se ha visto que ciertas lesiones
cerebrales afectan la capacidad de producción pero no de comprensión
lingüística, o el procesamiento de nombres pero no de verbos. Las existencias
de estas disociaciones se consideran como prueba suficiente para concluir que
cada tarea es ejecutada por una función cognitiva diferente, asumiendo una
modularidad de procesamiento.
Dunn y Kirsner destacan que no puede descartarse que el
fenómeno de la disociación se manifieste incluso si las dos tareas dependen de
los mismos recursos cognitivos per con distintos niveles de demanda.
Karmilof-Smith señala que suponer que el cerebro de los
bebes con desordenes genéticos está compuesto por algunos modulos cognitivos
afectados y otros intactos es olvidar el proceso real de desarrollo
ontogenético. Puede que unos dominios se vean más afectado que otros, pero los
estudios en profundidad revelan daños sutiles en dominios que originalmente
parecen estar intactos.
Recapitulación: Las limitaciones del innatismo.
El entusiasmo que asumieron presuntos innatistas acerca de
capacidades como el lenguaje, la cognición, el número, etc, está disminuyendo
en los últimos años debido a la debilidad o el carácter ambiguo de muchas
pruebas.
No hay razones sólidas para afirmar que los bebes nacen con
un conocimiento innato pre-organizado en dominios que les capacita para
reconocer a los miembros de su especie, para comprender las categorías que
organizan el mundo físico y las que gobierna el psicológico. Muchas habilidades
tempranas tardan semanas o meses en manifestarse y en ese tiempo el bebe tuvo
miles de experiencias.
Los datos neuropsicológicos a favor del modularidad se toman
cada vez con más precaución, pues a medida que se afinan los instrumentos para
evaluar el grado en que una competencia está afectada, se encuentran más
pruebas de que la doble disociación es un constructo que en la realidad no
existe en estado puro. Parece más razonable pensar que la clave para comprender
los desórdenes evolutivos es el propio desarrollo.
Algunos enfoques evolutivos recientes, sin postular dominios
ni módulos innatos, aceptan la existencia de ciertos sesgos o restricciones que
determinan el tipo de información que el individuo puede recibir, el tipo de problemas
que puede llegar a resolver o el tipo de representaciones conocimientos que
puede llegar a almacenar. Así determinadas competencias iniciales de tipo
perceptivo—sensorial facilitan que el bebe organicé la información que recibe y
actué de forma no caótica. Algunos autores defienden que el concepto
“congénito” es más adecuado que “innato” para explicar la presencia de ciertas
habilidades primitivas del neonato.
La alternativa que se propone al problema de los dominio de
conocimiento es que estos son un resultado genuino del desarrollo y no su punto
de partida, un producto de la interacción de múltiples causas encadenadas en
las que resulta imposible distinguir entre bilogía y experiencia, o genética y conducta.
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