En los últimos años la dicotomía que ha tomado gran
protagonismo en la ciencia cognitiva en general es: la distinción entre
procesos cognitivos de dominio general y procesos de dominio especifico. La idea de que puede haber componentes de la
mente especializados en dominios de conocimiento distintos esta de algún modo
latente en nuestras concepciones intuitivas sobre la mente y la inteligencia.
La mente y los
dominios del conocimiento en la psicología del desarrollo.
En la actualidad el desarrollo social es también desarrollo
cognitivo (como lo físico) y en el dominio de lo social pueden ponerse incluso
de manifiesto algunas de las capacidades cognitivas más complejas y peculiares
de la mente humana. La idea de que puede haber una mente física y una mente
social, cuando no la idea más general de que los mecanismos de la inteligencia
pueden estar especializados por dominios, es una de las más candentes en la
agenda actual de la ciencia cognitiva.
La psicología evolutiva presto escasa atención a la noción
de especificad de dominio ya que la teoría que triunfo inicialmente sobre la
visión conductista del desarrollo fue la teoría de Piaget, que descansa sobre
la presuposición de que la inteligencia es un conjunto de sistemas abstractos
capaces de trascender el contenido al que se aplican. Desde esta perspectiva lo
que define la inteligencia humana es la capacidad de analizar la estructura
lógica abstracta de los problemas y cualquier diferencia entre dominios de conocimiento
cabria considerarse como un efecto secundario. Debido a la resistencia especial
que ciertos materiales pueden oponer a los mecanismos cognitivos pero que no
debe engañarnos respecto a la generalidad de dominio de la competencia
subyacente.
Bajo la influencia de Chomsky, en los años 60 se desarrolló
el área de la adquisición del lenguaje, una de cuyas ideas principales era que
el lenguaje es una capacidad cognitiva cualitativamente distinta a la
inteligencia y el pensamiento.
La inteligencia Maquiavélica:
orígenes evolutivos de la mente social.
Si en el campo de la etología y la primatología se compara
la dificultad de los problemas del mundo físico y el social, se notará que los
problemas sociales son mucho más complejos y extendidos. Muchos de estos
problemas (aparearse, ser dominante, emigrar a otro grupo) requieren
cooperación. La hipótesis inicial de
Humphrey esta que resolver estos problemas sociales, que pueden requerir
complejas coordinaciones medios-fines y buenas dosis de isight, fue lo que hizo
a los primates no humanos inteligentes, y solo después se produjo una especie
de generalización de esta inteligencia hacia el mundo físico, dando lugar a la
aparición de manipulaciones complejas de objetos.
Esta hipótesis tiene un aroma de dominio general: al fin y
al cabo, así formulada. No es más que la idea de que los orígenes de la
inteligencia son sociales, pero esta es una capacidad susceptible de aplicarse
a otros dominios. En pequeño tiempo se abrió paso una idea más radical: tal vez
los problemas de tipo social requieren un tipo de inteligencia muy distinta de
la que usamos para resolver problemas de tipo físico.
La cuestión es que la capacidad necesaria para comprender
que alguien intenta resolver una problema es muy distinta de la que necesitamos
para resolver ese mismo problema. Premack y Woodruff sugieren que dicha
capacidad merecía el nombre de teoría de la mente, en el sentido de que se
trata de ya no se trata de concebir y ejecutar acciones, sino de leer en las
acciones de los demás las intenciones subyacentes que explican esas acciones y
predecir que conducta debería de realizar una persona animada con esas
intenciones.
Cognición social
en la infancia: objetos y personas en el mundo del bebé.
Inicialmente lo estudios a los bebes no eran de inspiración
cognitiva, sino que estaban orientados a analizar aspectos puramente sociales o
socio-afectivos del desarrollo de los bebes. Pronto se hizo evidente que un
aspecto fundamental del desarrollo social era el desarrollo de la comprensión
de los objetos sociales como tales y las formas de interacción con ellos.
El paralelismo estructural entre usar un instrumento físico
y usar un instrumento social para resolver problemas llevo a algunos autores a
postular que ambos tipos de acciones podrían estar basadas en el mismo tipo de
inteligencia subyacente. Esta actitud de intentar explicar la cognición social
como una simple proyección de los mecanismos cognitivos piagetianos al dominio
concreto de lo social era típica de los comienzos del estudio de la cognición
social y denota la mentalidad de dominio general que predominaba en la
psicología evolutiva de la época. Pronto se puso de manifiesto la ausencia de
correlaciones claras entre estos dos dominios de la instrumentalidad en la
infancia y la relativa independencia con que ambos parecían desarrollarse,
empezaron a promover la idea de que podía haber algo especial en los procesos
de conocimiento social.
Investigadores se ocuparon de las habilidades sociales en bebes
de un año. Los hallazgos indicaban que desde muy pequeños los niños parecen
poseer capacidades especializadas en facilitar su interacción con otras
personas, o en contraste capacidades que les permiten interactuar con objetos.
Motivos e interacción social.
Muchos investigadores de la época se interesaron en el
concepto de “cognición social”. Su objetivo era demostrar como la interacción
social y la intersubjetividad no dependían del desarrollo cognitivo, sino de
una serie de mecanismos afectivos y motivacionales independientes de lo que
tradicionalmente se entiende por inteligencia. Trevarthen proponía una idea que
reunía desde el principio de todos los ingredientes de la especificad de
dominio y encajaba con la idea de mecanismos cognitivos especializados en la interacción
social irreductibles a mecanismos de tipo más general y radicalmente distintos
de los mecanismos de interacción con objetos del mundo físico.
Estudios post-piagetianos pusieron de manifiesto que los
bebes de pocos meses de edad poseen mucho más conocimiento sobre el mundo
físico de lo que Piaget pensaba. La explicación se hallaba en la existencia de
algún tipo de nociones cognitivas innatas o bien a la existencia de sesgos y
predisposiciones innatas especializadas que permitían a los bebes aprender muy
deprisa sobre los objetos y sus relaciones casuales.
Fodor y la
modularidad de la mente.
La novedad que propone Fodor es considerar que la mente
puede estar dividida en sistemas o módulos “verticales” especializados en
obtener y procesar información perteneciente a dominios concretos, tales como
percibir escenas visuales, sonidos verbales, caras, etc. Estos sistemas serían módulos
porque están organizados de manera independiente el uno del otro.
Uno de los cambios que se ha producido en los últimos años
en relación con la noción de modularidad de la mente ha sido la modificación
del concepto hacia una visión más ambiciosa y radical en la que los sistemas
modulares no se limitan a cumplir funciones perceptivas, sino que se embarcan
en procesos centrales que cabe describir como inteligentes. Parece extenderse
la noción de modulo más en la dirección de la concepción chomskiana del
lenguaje.
“Navajas
suizas”, cooperación y razonamiento condicional.
Es una metáfora propuesta por Cosmides y Tooby, mientras que
el enfoque de dominio general considera la mente como una herramienta de
utilidad general, capaces de servir para funciones muy diferentes, un enfoque evolucionista
la contempla como una “navaja suiza” cuya utilidad precisamente en la extrema
especialización de cada uno de sus componentes, no en la versatilidad de una
sola herramienta. Desde este enfoque
innatista, la estructura modular característica de nuestra mente sería el
producto de presiones selectivas que operaron en la configuración de nuestro
cerebro “cazadores-recolectores” con el que funcionaron los primeros homínidos.
A un alto nivel de complejidad en la estructura social, la conducta de los
individuos estaría altamente regulada por acuerdos explícitos que establecen
una relación de costes-beneficios.
Concluyendo en cuanto al problema de la distinción entre una
mente social y una mente física, el conjunto de datos presentados parece apoyar
la existencia de algún tipo de inteligencia social especializada. Sin embargo,
no está claro que estos datos apoyen una visión modularista extrema de la
estructura de la mente humana, en la que esta estaría exclusivamente
constituida por procesadores especializados La diferencia entre esta visión
modularista extrema y la idea propuesta por Fodor estribaría en que la utilidad
de los instrumentos mentales especializados dependería de la existencia de un
procesador central capaz de servirse de ellos, mientras que desde posturas más
radicales cada modulo parece poseer su propia mano modular independiente.
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